Luca sacó el brazo y asomó parte de la cabeza y tras apuntar breves segundos disparó su pistola.

¡BANG!

El arma escupió fuego y humo.

Luca nunca supo las consecuencias de aquel disparo pues de pronto lo vio acercarse a él a toda velocidad. ¿Se trataba de una papelera, tal vez una farola? Nunca supo qué tipo de mobiliario urbano de los que de vez en cuando salpicaban las carreteras le golpeó.

El impacto le dio primero en el arma que empuñaba para a continuación darle de lleno en su rostro rompiendo a partes iguales la carne y el hueso.

–¡Joder Luca! ¡Me escuchas! ¡Estás bien!

Pero Luca hacía tiempo que había dejado de escuchar...

Estás muerto

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