Luca se dirigió al maletero del vehículo. No era el momento de acciones sutiles, si le habían dejado aquella escopeta recortada era porque esperaban que la usase e iba a hacerlo.

Antes de abrir la portezuela miró en derredor para confirmar que no había policías y abrió la misma. Allí se encontraba aquella preciosidad, aguardando a ser usada por el siciliano, la tomó sin mucha ceremonia y cerró finalmente el maletero.

–¡Alto ahí! ¡Suelta el arma!–gritó una voz. Se trataba de un policía que había aparecido de improviso, se encontraba apuntándole a la espalda.

No esperó Sal a evaluar la situación y echó a correr dejando el muerto a su compañero.

Normalmente aquello era pura burocracia, un par de los grandes bastaban para tapar todo aquello. Pero a veces no era suficiente, puede que incluso se tratase de esos raros especímenes que creen que un policía ha de ser justo, pobre y casto. ¿De qué palo sería aquel desgraciado? Si le viese la cara lo sabría.

–No tengo tiempo, ¿hacen dos de los grandes y no has visto nada? –Preguntó finalmente Luca, iba a comprobar de qué pasta era aquel hombre engalanado de tonos azules. Y empezó a girar sobre sí mismo sin soltar el arma.

BANG BANG BANG

La cara de Luca golpeó el vehículo con fuerza y rebotó para acabar cayendo en el asfalto. Entonces pudo ver la cara del que le había disparado.

Se trataba de un novato de mierda acojonado. Estaría poniendo multas de trafico y se había encontrado de improviso en medio de las grandes ligas sin saber cómo se jugaba. Y sin pretenderlo, se la había jugado bien. 

No sentía las piernas, quería coger un arma para al menos vengarse pero sus manos no respondían. Advirtió entonces el siciliano que todo lo escuchaba lejano y distante. La vista fue lo penúltimo que perdió.

No se dio cuenta de cuándo perdió la vida.

Estás muerto

Muchas gracias por jugar esta partida, sin embargo sabemos que este no es el final que esperabas. Puedes reiniciar la partida clickando el botón reiniciar partida