Envuelto en la oscuridad de la noche y llevado por la valentía o la temeridad, decide enfrentarse al inquietante chofer esquelético. Sacando su arma, que resplandece con una luz intensa en contraste con la penumbra circundante, avanza con determinación hacia el carruaje.
El chofer, al percatarse de la amenaza, gira su cráneo en dirección al intrépido aventurero. Sin embargo, antes de que pueda reaccionar, el arma corta el aire con un destello. El sonido metálico resuena en la noche cuando el arma entra en contacto con los huesos del chofer, desencadenando una ráfaga de chispas espectralmente brillantes.
El chofer, momentáneamente aturdido por el impacto, se tambalea en su puesto. Sus cuencas oculares vacías reflejan una sorpresa mientras el aventurero aprovecha la oportunidad para asestar otro golpe. Con un giro hábil de su arma, derriba al chofer, cuyos huesos se dispersan en el suelo con un sonido seco.
Las velas titilan en respuesta a la violencia, arrojando sombras danzantes sobre la escena. Los caballos esqueléticos, ahora libres de la influencia del chofer, permanecen inmóviles, observando en silencio. La quietud se apodera del lugar, y el jugador queda en la penumbra, enfrentando la oscuridad que se cierne sobre el carruaje ahora desprovisto de su conductor espectral.