Item Descripción Valor





Sabes que ahora que tu camuflaje ya no funciona, serás rápidamente descubierto en el mismo instante en el que te vean, por lo que ir ahora, en pleno día, a por tu nave es un suicidio. Tú única posibilidad es que no hayan llegado a verte en tu forma real antes de que desaparecieses en la oscuridad del túnel.

Manteniendo esa débil esperanza en tu mente, te adentraste todo lo posible en los túneles, evitando aquellos que parecían más usados para no toparte con ninguna de aquellas criaturas por accidente. Los minutos fueron pasando, luego las horas… con la oscuridad envolviéndote por completo, temiendo cualquier ruido, sobresaltándote con cada murmullo que tu mente creía escuchar, esperando que en cualquier momento apareciesen los pelotones de búsqueda que estarían peinando los túneles si es que habían llegado a ver tu autentica forma. La espera se te hizo eterna… pero por suerte, nada sucedió. Finalmente, habiendo dejado pasar un tiempo prudencial tras el momento del anochecer, te atreviste a dirigirte hacia tu nave.

Por suerte para ti, no solo no encontraste a nadie durante el trayecto, sino que incluso encontraste una salida relativamente cercana a donde estaba tu nave, y el lugar estaba desierto. A la carrera, te lanzaste hacia la nave al tiempo que desactivabas el desfase dimensional que la ocultaba. Un instante después entrabas en ella para, inmediatamente, alinear el conmutador dañado y parchear el relé principal con las piezas que habías conseguido. El tiempo corría, pues sin el desfase, la nave no tardaría en ser detectada… pero antes de que lo fuese, conseguiste terminar, despegar y abandonar aquel inmundo planeta, saltando al espacio civilizado en cuanto saliste de la atmosfera.

11 ciclos.

11 angustiosa y terriblemente largos ciclos.

Ese era el tiempo que llevabas atrapado en aquel maldito planeta, sin nadie que pudiese ayudarte y en medio de millones de criaturas que, en caso de descubrirte, acabarían con tu vida sin dudarlo ni un instante… y eso si es que tenías suerte.

Eras consciente de que si habías logrado sobrevivir todo aquel tiempo era gracias al dispositivo de camuflaje que llevabas, el cual te permitía hacerte pasar por uno de esos grotescos seres, pues aunque eran bípedos al igual que tú y eso permitía que tus movimientos pudiesen adaptarse al camuflaje, ahí acababa toda semejanza, puesto que sus cuerpos eran completamente desproporcionados, con pieles de distintos y extraños colores y ni tan siquiera el número correcto de extremidades. Por desgracia la energía del dispositivo estaba a punto de agotarse, tendrías suerte si duraba otro ciclo más… así que debías de salir cuanto antes. Afortunadamente, el tiempo que llevabas en aquel horrible mundo no había sido inútil, puesto que, aunque con extrema dificultad y grandes dosis de suerte, habías podido ir consiguiendo lo que precisabas para poder reparar tu nave, y aquel ciclo, finalmente habías conseguido el último componente necesario. Ahora solo te quedaba regresar a ella… y esperar no haber agotado toda tu suerte, pues la iba a necesitar.

Podías intentar ir ahora, en plena noche, cuando menos de aquellos seres había fuera de las construcciones… aunque eso tal vez llamase la atención de las fuerzas de seguridad.

O podías arriesgarte y esperar al amanecer, sería más seguro moverse entonces… siempre que la energía del dispositivo de camuflaje no se agotase.