Item Descripción Valor





Aquella situación te daba pero que pero que muy mala espina ¿De dónde habían salido? ¿Por qué te pedían que te detuvieses? ¿Eran acaso militares camuflados, una patrulla de incognito, o eran otra cosa? Lo cierto es que no tenías ni la más mínima idea… y tampoco tenías ninguna intención de quedarte para averiguarlo, por lo que rápidamente te giraste y empezaste a correr para alejarte de ellos.

Por suerte para ti, tu rápida reacción impidió que, un cuarto de aquellos seres, al cual no habías visto puesto que se encontraba escondido más adelante de donde estabas, no tuviese tiempo ni de reaccionar ni de detenerte, incluso a pesar de que casi chocaste con él en tu huida. Estaba claro que iban a por ti, aunque eso no explicaba cómo es que habían podido atravesar tu camuflaje y descubrirte sin un escáner cercano. Pero tampoco importaba, al menos no en ese momento, lo importante era escapar y que no te atrapasen… ¿pero escapar por dónde?

Podías correr de vuelta al camino principal, donde podrías despistarles entre la multitud… claro que si sabían que eras, tal vez estuviesen esperándote. O podías internarte aún más en los estrechos caminos secundarios, intentando perderlos en la oscuridad… pero corrías el riesgo de perderte o de quedar atrapado.

¿Cuantos ciclos habían pasado desde tu captura? ¿Tal vez 10? ¿O eran ya 20? ¿O no llegaban a 5? Lo cierto era que no tenías ni idea, puesto que tu tiempo era un interminable ciclo de oscuridad, dolor y preguntas. Te habían encerrado en algún recóndito lugar, seguramente bajo tierra, pero ni de eso estabas seguro, con ataduras que no te permitían moverte ni un centímetro, con bolsas de líquidos conectadas a tu cuerpo para alimentarte y que no murieses, pero también para drogarte constantemente. Allí, con la oscuridad envolviéndote por completo y ni un solo sonido, la locura parecía siempre a punto de apoderarse de tu mente… y sin embargo, lo peor era cuando te sacaban de allí.

Si aquel agujero era la oscuridad, fuera de él solo te esperaba el dolor, un dolor más allá del que hubieses creído posible poder sentir, un dolor provocado por incontables experimentos e interminables torturas acompañadas por las mismas preguntas. Siempre las mismas, una y otra vez.

¿Quién te envía?

¿Cuál era tu misión?

¿Cómo lograste llegar a la Tierra?

Daba igual que les contestases con la verdad o no, las respuestas nunca les satisfacían, la tortura solo acabaría con tu muerte… y en el fondo de tu ser, sabías que los humanos no dejarían que esta llegase pronto.