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El salto de regreso al espacio civilizado duró varias horas, prácticamente todo un ciclo, y tuvo más complicaciones de las que esperabas, aunque no por el viaje en sí, sino más bien por la herida que habías recibido. En primer lugar porque los suministros médicos de tu nave se habían perdido cuando te estrellaste en aquel inmundo planeta, y segundo porque por desgracia, la herida, que en principio no tenía que haber sido especialmente grave, se había infectado con rapidez, seguramente a causa de toda la maldita contaminación que impregnaba toda la atmosfera de aquel horrendo mundo.

Cuando finalmente te encontraron, la infección se había extendido y tú delirabas con las imágenes que la Vieja Tierra había dejado en tu mente. Por suerte para ti, al ver tu estado, la patrulla que te encontró te llevó rápidamente a un centro médico donde pudieron tratarte, salvando a si tu vida, aunque por desgracia, fueron incapaces de librarte de las secuelas que la humanidad había dejado en ti. Secuelas tanto físicas a causa de la herida, como psicológicas a causa de la experiencia.

Nunca volverías a ser como antes de tu encuentro con los humanos… y en no pocas ocasiones, especialmente en la oscuridad de la noche, ni siquiera el hecho de haber podido escapar con vida del corazón del Imperio Humano bastaba para compensarte.

Cuando tras varias horas de salto finalmente saliste del espacio enemigo y entraste en territorios amistosos, tu nave fue interceptada por una patrulla fronteriza a causa de tu vector de entrada, y te pusieron en detención mientras comprobaban tu historia, puesto que al principio nadie creyó tus explicaciones. Al fin y al cabo, lo que contabas era imposible, nadie podía haber escapado de aquel lugar… pero los datos de navegación de tu nave lo corroboraban, especialmente tras comprobar que no habían sido manipulados. Habías dicho la verdad… no solo habías estado allí, sino que habías pisado y permanecido en aquel inmundo y mortífero planeta durante varios y habías sobrevivido para contarlo sin heridas ni secuelas físicas, incluso aunque fuese por pura suerte.

Claro que eso no significaba que hubieses salido indemne, puesto que nadie podía vivir aquello y no ser afectado. Aquellos 11 espantosos e interminables ciclos poblarían tus pesadillas por el resto de tu vida, haciendo que revivieses cada noche el tiempo que habías pasado en la Tierra, el centro neurálgico del atroz Imperio Humano y cuna de la maldita humanidad, los enemigos de todas y cada una de las especies civilizadas, la mayor y más terrible plaga del universo conocido.