Conforme vas dejando abiertas las puertas te vas dando cuenta que no eres tu quien lo hace, ceder ante los deseos de lo que fuera que los estaba poniendo en tu cabeza hace que sea difícil, recuperar el control.

Lo haces, y piensas en volver y sellar las puertas, pero el dolor regresa. Dura solamente unos segundos. Tiempo más que suficiente para caer de nuevo ante la dominación de aquello que había invadido tu mente. 

Cierras las ojos para intentar hacer más fuerza y poder liberarte, pero no lo consigues, y cuando los vas a abrir te das cuenta de que a tu alrededor solo hay oscuridad. Escuchas el sonido de los gritos de dolor de Paco y poco a poco sientes como todo se desvanece, a oscuras, solo y abandonado por todo Dios en el que creyeras creer.

Era una decisión clara, dificil sin duda, pero pocas opciones había. O al menos no sois capaces de verlas, pues Paco no pone resistencia cuando lo dices. Asiente y comienza a preparar todo. Tu por tu parte estás listo para asumir las consecuencias de tu decisión, pero un fuerte pinchazo en tu cabeza hace que casi caigas de rodillas. 

Miras a Paco. Te acercas antes de que accione el sistema de descontaminación y sientes la necesidad de golpearlo. De intentar noquearlo.

Tratas de resistirte, pero un fuerte dolor te bloquea, tendrás que hacer un gran esfuerzo para evitarlo... si es lo que quieres.