No es fácil vencer tus propios temores, hacía mucho tiempo que no me atrevía a dar el paso, pero esta vez mi convicción era firme, férrea. Según avanzaba por el pasillo, cada paso que seguía al siguiente era si cabe más fácil, pocas veces me costó tan poco llamar a la puerta de alguien. 

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Y simplemente ocurrió, una noche maravillosa, de vuelta a mi habitación, solo podía recordar sus caricias, sus besos, la pasión. Abro la puerta de mi habitación, pensando aun en el encuentro que acababa de tener, suspiro y decido acostarme. En unas horas debería de estar en pie de nuevo.

Estaba tan agotado que no me costó quedarme dormido

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Al despertarme todavía tenía el olor de Inés en mi piel, en mi cerebro, pero hace tan solo unas horas, nos habíamos prometido que "nada había pasado", por lo que ahora tocaba sacar a mi mejor actor. - Pero primero una ducha  - me digo a mi mismo, para  poder poner en orden mi cabeza.