Me despierto con escalofríos. 

La angustia no deja de crecer dentro de mí, no paro de pensar que diantres podría estar pasando. Sin casi poder dormir durante toda la noche , levantándome una y otra vez, para ver si aparecían Pili y Borja; consultando incluso varias veces en el registro de peregrinos del albergue, pero no habían llegado aun. Desayunamos el resto del grupo, y decidimos darles una hora más, pero seguían sin aparecer.

Pero dónde diablos se meten, y encima con los teléfonos apagados, ni un solo mensaje en toda la noche. Mi preocupación crece tanto que decido llamar a Inés. 

- Venga cógelo- parece que da tono, los segundos parecen horas - ¿Inés?, ¿eres tú?.

Al otro lado del teléfono

- El coco, no te fastidia, quién voy a ser si llamas a mi móvil, ¿Qué te pasa? ¿Estás bien? - Me dice con tono preocupado, debe de notar mi nerviosismo.

- No sabemos nada de Pili ni Borja, ¿dónde estas? 

- Con mi primo, dejando el barco, cogeremos el coche y me acercará a sellar en Padrón, me imagino que luego os buscaremos o iremos a Santiago.