Item Descripción Valor

No me podía imaginar semejante estampa, me encontraba por fin dentro de las murallas de Castellum Honesti. Pero no sentía la alegría buscada cuando decidí a prosperar en la ciudadela, a cambio me encontrado su rostro más duro. Hombres y mujeres no dejaban de entrar llorando, ensangrentados, histéricos, desolados. 

- Cerrar las puertas ¡ya!, no cabe más gente - ordeno un comandante. Sus palabras fue como puñales para los que se quedaron al otro lado. 

Algunos de los soldados que se quedaron fueran, empezaron intentar controlar la situación, para organizar la defensa, pues llorar en la puerta parecía no ser efectivo. Un puñado de arqueros desde las murallas intentaban ganarles algo de tiempo, pero ante el mínimo descuido eran abatidos por los proyectiles del enemigo. 

Había pocos escudos para la cantidad de proyectiles que llovían dentro de la fortaleza, las bajas empezaban a ser mayores que los supervivientes. Las tropas entrenadas empezaban a flaquear, los campesinos armados hacía ya horas que su sangre regaba la tierra. 

- Rendir ahora la fortaleza - se oyó desde el otro lado de las murallas, un alto hombre con largo pelo y barba rubia, hablaba por la boca de su interprete- y seré clemente con los supervivientes dando una muerte rápida. El señor de la ciudadela podrá quedarse con su familia y los siervos necesarios para atender nuestras necesidades.

Solo el silencio obtuvo como respuesta. Al cabo de un puñado de largos minutos , reanudaron los gritos, golpes de escudos, cánticos. 

- Morir entonces - dijo esta vez el nórdico hablando directamente en nuestro idioma - ¡Ursula! beberá vuestra sangre. 

- ¡Ursula!, ¡Ursula! .... - vitoreaban sus tropas al unisono.

Entonces las flechas y lanzas volvían a volar hacia el interior, la puerta principal empezaba a ser golpeada con arietes, y no tardaría en caer.