Item Descripción Valor

La curiosidad; esa gran aliada de los científicos. Te ha llevado hasta donde estás ahora mismo, te ha ayudado a tener tu propio laboratorio y es la que te hace pensar que la mejor idea es tocar aquel vórtice.

Levantas tu mano, y nada mas entrar en contacto con la sustancia verdosa sientes un fuerte tirón que te absorbe hacia el interior.

Abres los ojos y ves que te encuentras rodeado de oscuridad. Mueves los pies pero no encuentras nada sobre los que apoyarlos. Los brazos tampoco alcanzan a tocar nada. Es como si estuvieras flotando.

Una profunda, grave y ronca respiración que parece provenir de todas las direcciones hace que se te erice el cabello de todo el cuerpo y es entonces cuando lo ves.

Cientos de tentáculos surgen de lo que podría ser un enorme rostro deformado situado a un par de metros de ti... Uno de ellos se acerca a ti, y con lentitud comienza a atravesarte el estómago hasta que sale por la espalda. No has sentido dolor, ha sido como si tu cuerpo fuera mantequilla. Tus ojos están fijos en aquel rostro y pronto pierdes toda consciencia de ti mismo, sumergiéndote en la oscuridad del lugar que te rodea.

Movido por esa idea surgida de algún recóndito y oscuro lugar de tu mente, decides abrir la puerta. Nada más hacerlo sientes un pinchazo en la sien y ves el terrible error que has cometido. Los cuatro inician una carrera para salir de la sala...

Rápidamente miras el botón para cerrarla de nuevo, pero un nuevo pensamiento cruza tu cabeza. Quizá solamente quieran salir para volver a evitar el dolor de los rayos, si ha sido solamente un poco más intenso que el tu sufriste, ha tenido que ser terrible.

En tan solo una fracción de segundo has de decidir. Cerrar la puerta antes de que salgan o ver que ocurre.