Item Descripción Valor

En cuanto te das cuenta te abalanzas contra él y lo empujas haciendo que se desequilibre y caiga al suelo. Miras a la puerta de salida y comienzas a correr.

El pasillo es largo, todavía quedan varios giros hasta poder llegar al ascensor, y escuchas como poco a poco tu perseguidor se acerca a ti. Si cuando llegues al final del pasillo el ascensor no esta allí, no tendrás ninguna posibilidad.

Decides detenerte en un pequeño hueco oscuro, pero parece que ha sido demasiado tarde. El técnico se para frente a ti. Tuerce la cabeza y sonríe con maldad.

El sonido de aquella chapa contra la cabeza resuena por todo el pasillo. Paco respira agitado y te mira. A tus pies, inconsciente, está el técnico

Paco suelta la chapa y da un par de pasos hacia atrás. Te dice que ha vuelto para cerrar el portal, que no podía dejarte solo. Miráis al cuerpo en el suelo... ¿Si cerráis el portal, recuperara el control? ¿O es un riesgo demasiado alto dejarlo vivir?

Entras en la sala y te diriges directamente al bolómetro, con la idea bien clara en la cabeza.

Levantas el brazo y un rayo impacta directamente en tu pecho, otro en tu brazo y un tercero en la mano. El dolor es tan fuerte que te ves forzado a caer de rodillas y poco a poco vuelves a sentir como pierdes el control.  Algo de nuevo está controlando tus acciones y parece que ahora lo que va a hacer es tocar el vórtice. Nada mas entrar en contacto con la sustancia verdosa sientes un fuerte tirón que te absorbe hacia el interior.

Abres los ojos y ves que te encuentras rodeado de oscuridad. Mueves los pies pero no encuentras nada sobre los que apoyarlos. Los brazos tampoco alcanzan a tocar nada. Es como si estuvieras flotando.

Una profunda y grave y ronca respiración que parece provenir de todas las direcciones hace que se te erice el cabello de todo el cuerpo y es entonces cuando lo ves.

Cientos de tentáculos surgen de lo que podría ser un enorme rostro deformado situado a un par de metros de ti... Uno de ellos se acerca a ti, y con lentitud comienza a atravesarte el estómago hasta que sale por la espalda. No has sentido dolor, ha sido como si tu cuerpo fuera mantequilla. Tus ojos están fijos en aquel rostro y pronto pierdes toda consciencia de ti mismo, sumergiéndote en la oscuridad del lugar que te rodea.