Mientras te acercas a ella compruebas que la mujer alterna murmullos de indignación con gestos irritados, mediante los cuales parece intentar atraer la atención de los invitados cercanos. Resulta obvio que todo el mundo la ignora deliberadamente, y dado que sin duda ellos conocen a la mujer mejor que tú, llegas a la conclusión de que resultaría prudente mantenerse alejado.

- ¡Al fin un auténtico caballero se digna a socorrer a una dama en apuros! ¿En qué clase de fiesta se le niegan a las invitadas las atenciones apropiadas?- La mujer ya ha reparado en tu presencia, y se acerca hacia tí con una botella en la mano. Parece que es demasiado tarde para seguir el ejemplo del resto de invitados.

- ¿Puede usted hacerme el favor de abrir esta botella de cava? ¡El tapón está atascado y no hay manera de descorcharlo! Y dudo mucho que ninguno de los grandullones morenos al servicio de Alejo me haga caso, son demasiado inflexibles.

No puedes evitar preguntarte de dónde habrá sacado esta señora una botella cerrada, o por qué no se limita a coger una de las docenas de copas que ya están servidas sobre las mesas. En cualquier caso antes de que te des cuenta acabas con la botella en las manos.