Item | Descripción | Valor |
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Izquierda. Derecha. Derecha. Izquierda otra vez, y luego a la derecha una vez más. Corriste para dejar atrás a los que te perseguían, corriste tan rápido como podías intentando despistarles por aquellos oscuros y tortuosos caminos, algo que poco a poco ibas consiguiendo, puesto que cada vez les sacabas más distancia. ¿Quiénes eran? ¿Cómo te habían descubierto? ¿Por qué no había drones y más patrullas persiguiéndote? ¿Por qué...?
Tus pensamientos se vieron interrumpidos cuando, tras tu último giro, te viste en un camino sin salida. Rápidamente volviste sobre tus pasos, pero la bifurcación que acababas de pasar también daba a otro camino sin salida, por lo que tuviste que retroceder aún más… y por desgracia, antes de que pudieses encontrar otro camino alternativo, tus perseguidores te dieron alcance. A juzgar por sus expresiones y su actitud, resultaba evidente que esperaban precisamente esa situación. Estaba claro que conocían aquellos caminos mucho mejor que tú, y antes de que pudieses intentar algo más, te dispararon. Para tu sorpresa, no eran armas militares, sino antiguas, de munición balística, algo que no cuadraba si realmente eran parte de las Fuerzas de Seguridad… claro que no por ser antiguas dichas armas resultaban menos mortales que las modernas.
En el suelo y con heridas mortales, la oscuridad se iba apoderando de tu mente cuando el camuflaje debió fallar a causa de los daños, lo que hizo que las últimas palabras que escuchaste antes de morir fueran de sorpresa.
El salto de regreso al espacio civilizado duró varias horas, prácticamente todo un ciclo, y tuvo más complicaciones de las que esperabas, aunque no por el viaje en sí, sino más bien por la herida que habías recibido. En primer lugar porque los suministros médicos de tu nave se habían perdido cuando te estrellaste en aquel inmundo planeta, y segundo porque por desgracia, la herida, que en principio no tenía que haber sido especialmente grave, se había infectado con rapidez, seguramente a causa de toda la maldita contaminación que impregnaba toda la atmosfera de aquel horrendo mundo.
Cuando finalmente te encontraron, la infección se había extendido y tú delirabas con las imágenes que la Vieja Tierra había dejado en tu mente. Por suerte para ti, al ver tu estado, la patrulla que te encontró te llevó rápidamente a un centro médico donde pudieron tratarte, salvando a si tu vida, aunque por desgracia, fueron incapaces de librarte de las secuelas que la humanidad había dejado en ti. Secuelas tanto físicas a causa de la herida, como psicológicas a causa de la experiencia.
Nunca volverías a ser como antes de tu encuentro con los humanos… y en no pocas ocasiones, especialmente en la oscuridad de la noche, ni siquiera el hecho de haber podido escapar con vida del corazón del Imperio Humano bastaba para compensarte.