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La expresión de sorpresa en el rostro de aquel ser era demasiado aguda como para que estuviese esperando a que aparecieses… o al menos esperabas que aquella expresión fuese realmente de sorpresa, puesto que no era fácil dilucidar el significado de las expresiones de tan grotescas criaturas. Así pues, esperando tener razón, señalaste al lugar de donde venías, alegando que te estaban persiguiendo.

Por suerte para ti, no solo no te habías equivocado respecto al significado de su expresión, sino que justo en ese momento aparecieron tus perseguidores, los cuales, al ver la patrulla, dieron media vuelta y huyeron. Y lo que era aún mejor, los miembros de la patrulla, seguidos por un dron aéreo, salieron tras ellos. Habías tenido suerte… mucha suerte. Y dado que lo mejor era no abusar de ella, en cuanto la patrulla se adentró en los oscuros caminos de los que habías salido, rápidamente pusiste rumbo a donde estaba tu nave.

El lugar donde la habías ocultado estaba desierto, por lo que sin perder un instante, desactivaste el desfase dimensional que la ocultaba. En cuanto estuviste dentro, rápidamente te pusiste a alinear el conmutador dañado y a parchear el relé principal con las piezas que habías conseguido, sabiendo que mientras lo hacías, el desfase no podía volverse a activar… y sin él, no tardarían en detectar la nave. Pero la suerte seguía de tu lado, y antes de que pudiesen hacerlo, despegaste, alcanzando rápidamente velocidad de escape para, una vez en el espacio, saltar al espacio civilizado, alejándote de aquel infecto lugar.

El salto de regreso al espacio civilizado duró varias horas, prácticamente todo un ciclo, y tuvo más complicaciones de las que esperabas, aunque no por el viaje en sí, sino más bien por la herida que habías recibido. En primer lugar porque los suministros médicos de tu nave se habían perdido cuando te estrellaste en aquel inmundo planeta, y segundo porque por desgracia, la herida, que en principio no tenía que haber sido especialmente grave, se había infectado con rapidez, seguramente a causa de toda la maldita contaminación que impregnaba toda la atmosfera de aquel horrendo mundo.

Cuando finalmente te encontraron, la infección se había extendido y tú delirabas con las imágenes que la Vieja Tierra había dejado en tu mente. Por suerte para ti, al ver tu estado, la patrulla que te encontró te llevó rápidamente a un centro médico donde pudieron tratarte, salvando a si tu vida, aunque por desgracia, fueron incapaces de librarte de las secuelas que la humanidad había dejado en ti. Secuelas tanto físicas a causa de la herida, como psicológicas a causa de la experiencia.

Nunca volverías a ser como antes de tu encuentro con los humanos… y en no pocas ocasiones, especialmente en la oscuridad de la noche, ni siquiera el hecho de haber podido escapar con vida del corazón del Imperio Humano bastaba para compensarte.