Después de usar los baños de una forma más saludable regresas a la pista con ganas de bailar. La música está en su momento álgido y te lanzas al centro para unirte al frenesí. Las luces giran a gran velocidad mientras el DJ controla el sonido para que haga el efecto de una turbina pasando de un amplificador a otro. Es como si estuvieras encima de un disco que girase a toda velocidad. 

Sientes un leve mareo. 

Ves sangre en el suelo. ¿Sangre? 

Alguien cae. Las luces estreboscópicas desquician el ambiente. ¿Has visto un cuchillo? ¿Otro cuerpo caer? La gente se apelotona confusa. ¿Qué pasa? La música sigue sonando, cada vez más fuerte, cada vez más rápido. ¿Era sangre lo que vistes? ¿Alguien con una máscara de cocodrilo está arrastrando un cuerpo por el suelo? 

Las luces se apagan y encienden a gran velocidad. La gente sigue bailando. Ya no ves la sangre. No hay ni rastro de la máscara del cocodrilo pero ahora ves  a más gente enmascarada. Mucha más. Lamentas no haber traído un disfraz. De pronto te das cuenta de que algunos enmascarados no bailan, sino que están de pie mirándote fíjamente.