Te escurres entre las cajas intentando evitar que te puedan ver los asistentes a la fiesta. Por un momento crees que podrás lograrlo, la puerta está a tu alcance. 

Entonces alguien más entra en la habitación. Por desgracia lo hace de tal manera que te ve deslizándote entre las cajas que te ocultan al resto de los asistentes. 

—¡Ahí hay una víctima!— dice señalándote.

Sales a la carrera. ¡La puerta está a solo unos metros! La alcanzas y empujas con fuerza. La luz del incipiente amanecer casi te ciega después de toda la noche en la discoteca. ¡La libertad!

Entonces escuchas el disparo. 

La bala te atraviesa la espalda y cruza por tu pecho.

Caes de rodillas. Estabas tan cerca. Tan cerca.

—¿Ha caído dentro?— pregunta alguien preocupado.

—Sí, en el umbral, pero dentro. No pasa nada. 

Unas manos te agarran y te arrastran al interior. En tus últimos segundos de vida tus ojos quedan prendados de ese amanecer. El último que verás.

FIN