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Normalmente el camino hacia el campamento de invierno toma otra ruta, pero éste año, al parecer obedeciendo al bueno de Arminio, y para evitar enfadar a una tribu bastante molesta, el camino que seguirá la columna pasará por otra parte, al parecer cerca de un pantano, dando un ligero rodeo por una ruta más serpenteante.
Es un simple detalle, ya que una columna de unos 15.000 legionaros y auxiliares más otros 10.000 civiles es tan larga, que la cabeza está cerca del pantano, y a la cola aún le faltan horas para llegar.
Has estado días recogiendo y desmontando el campamento junto con los demás (¿No queréis verlo convertido en un fuerte angrivaro en primavera, verdad?) y por fin ésta mañana habéis emprendido el viaje, con bastante lastre, azuzando a la mula gandula y escuchando el cotorreo de Marius durante toda la mañana.
Todo parece ir bien, tu sección de la columna está pasando por delante del pantano, cuando suena el cornu de alguna de las cohortes. Parece que hay problemas delante, pero pronto otras alarmas suenan a lo largo de la columna.
Muchos empiezan a ponerse nerviosos, otros se arman, las órdenes se contradicen y empiezan a oírse gritos, pero la cantidad de gente, el camino zigzagueante y la confusión hacen que hasta que no empiezan a verse los primero enemigos, la reacción sea en general lenta.
Los bárbaros llegan desde el bosque, aprovechando la espesura para disparar flechas y venablos, mientras algunos jinetes y mucha infantería baja a la carga contra los legionarios sorprendidos en el camino. No es posible retirarse para reagruparse, ya que eso significaría meterse en el pantano, y sin embargo algunos idiotas lo hacen.
El enemigo ya está encima, tu scutum recibe un flechazo y un miembro de tu contubernio cae víctima de una jabalina hasta que os podéis agrupar y unir los escudos para defenderos, al menos, de los proyectiles, mientras tratáis de moveros hasta algún grupo mayor de legionaros... pero cuanto más tiempo pasa, más y más germanos salen del bosque, y no parecen llegar refuerzos ni de detrás ni de delante.
¿Acaso están atacando toda la columna? Ninguna, ninguna tribu tiene tantísima gente como para hacer tal cosa, aunque lanzasen a las viejas y los niños al ataque.
Unos pocos legionarios de otras centurias empiezan a agruparse junto a tu contubernio, cerca de una carreta abandonada. Aunque los germanos siguen llegando, el grupo de legionarios espanta a bárbaros dispersos... por ahora.
Los árboles aún están a muchos metros, pero quizá sea posible llegar si corres y abandonas a tus compañeros, o si te escondes a la espera de un momento más idóneo, pues aún van llegando bárbaros desde el oscuro bosque.