No sabes cuanto tiempo llevas ahí tirado, pero parece que algo ha cambiado. Te sientes más ligero, parece que tus músculos pueden moverse. Lentamente te comienzas a dar la vuelta hasta quedar en una posición más favorable. La oscuridad es absoluta, ni siquiera puedes verte las manos. El recuerdo de esa misma oscuridad escrutando tu interior te golpea como un puñetazo en la boca del estómago. Necesitas salir de ahí cuanto antes.