Item Descripción Valor

2

Te miras las uñas para comprobar su estado, completamente ajeno al hecho de verte sorprendido en mitad del bosque. Después de tu cautiverio y haber permanecido enjaulado unas semanas, cuando por fin has recuperado la libertad, un simple puñado de arañas no debería asustarte ni tampoco permitir que ello te amargue el día.

Contemplas al resto de tus compañeros que evidentemente muestran temor ante la emboscada del grupo de arácnidos, pero tú prefieres prestarle más atención a tus manos.

Por una parte, junto a ti tienes a ese extraño hombre envuelto en capa cobriza, enarbolando un bastón para hacer frente a las criaturas. Y en alguna parte a vuestro alrededor debe encontrarse esa otra mujer, de hecho quien fue tu captora, y a quien has pagado con esta nueva "aventura" como precio por tu libertad. Sientes lástima por este par de débiles acompañantes; sin tu ayuda, serían probablemente las pobres víctimas de una situación así. De hecho, mientras te estás mirando a ti mismo, dudas de si en realidad intervendrás en el combate y no optarás por quedarte simplemente a observar el espectáculo. Ver si son envueltos por las arañas gigantes. Aunque por otra parte, es cierto que tienen suerte de tener junto a ellos ahora a un guerrero con tu experiencia.

No sabían que cabalgaban junto al gran Grimaldo.

Te ves sorprendido en tu complacencia cuando un corpachón cae sobre ti, pinchándote sin piedad con sus púas afiladas. Comprendes demasiado tarde que la araña gigante ha caído desde alguna parte en las alturas antes de que pudieses reaccionar.

Piensas en culpar por ello a tu torpe acompañante, ese hombre de cabellos castaños, por no haberte prevenido de antemano, pero ahora debes tratar de alcanzar tu espada y desembarazarte de la fuerza opresora del monstruo. Sintiendo un dolor palpitante que pugna por hacerte caer de tu montura, extiendes el brazo para desenvainar la hoja y atacar a tu enemigo con frenesí. Trataba de envolverte en su tela mientras te zahería, pero consigues desasirte con un fuerte y rápido golpe con el pomo de tu espada, haciendo que el bicho se retire y caiga al suelo.

A tu alrededor se suceden una serie rápida de movimientos cuando el resto de caballos pasa a tu lado, repartiendo golpes y distribuyéndose a tu alrededor para atacar a las arañas.

Pero en realidad, tú no tienes mucho interés en esta situación... De hecho, prefieres detenerte nuevamente sobre el caballo a observar el feo corte de tus largas uñas, sintiendo una gran tranquilidad y confianza al prestarte tan sólo atención a ti mismo, ya que el resto se encarga de los detalles del combate.

Una sensación plácida que te embarga profundamente y sientes como si eso te llevase muy lejos, gracias a la gloria de tu habilidad...