No recuerdas que nadie te haya invitado a esta "fiesta". Más bien sientes por el contrario que ahora es tu oportunidad, largo tiempo ansiada, para por fin liberarte y escapar.

Observando al resto de jinetes a quienes acechan ahora las arañas, recapacitas sobre lo absurdo de permanecer por más tiempo en su compañía. En realidad tú no les debes nada: habías estado cautivo entre ellos simplemente por coger algo de alimento. Comprar ahora tu libertad jugándote la vida en una causa que te es del todo irrelevante, suena indigno, dado que además nadie te ha dicho que fueses a recibir pago alguno por tu ayuda. Un guerrero de tu fama... no, debes salir de esta situación lo antes posible, si bien te resulta penoso ver cómo caen los demás en batalla ante tu retirada y son capturados por las arañas.

Decides marcharte lo antes posible por lo que haciendo caso a los instintos de supervivencia de tu animal, aterrado ante los grotescos arácnidos, mirando de un vistazo al resto de jinetes por toda despedida antes de salir pitando a las profundidades del bosque, lejos del peligro. O eso esperabas...

La niebla cubre la zona de forma más densa, espesa. Cabalgas zambuyéndote en ella para escapar, pero tu visión se va reduciendo más y más. Resulta extremadamente complicado manejar las bridas de tu montura, hasta que sin remedio llega un momento en el que no puedes ver nada ya...