Avanzais por la calle entre los jirones de niebla que parecen reptar por el suelo como unos dedos que quisieran palparlo todo.

"Por la ropa que lleva diría que ha viajado mucho" dice el hombre sin dejar de mirar al frente. "Pero le aseguro que esa niebla no es nada como lo que haya visto antes".

"¿Por qué?" preguntas.

El hombre no se detiene cuando tuerce por la calle mayor.

"Se lleva a la gente".

Habéis llegado a la iglesia. El hombre entra y se dirige a una de las criptas que se alinean en la pared lateral. Con un golpe seco de palanca separa de la pared la losa que sella la entrada.

"Hablaremos abajo. Pase, por favor. ¡No tenemos mucho tiempo!".