Lentamente comienzas a avanzar de nuevo, atento a los sonidos inexistentes acechan a tu espalda como la promesa de ser algo que no está, atento a la presencia que te acompaña respirándote en la nuca, produciéndote escalofríos que hielan la sangre y congelan hasta lo más profundo de tu columna vertebral. Te mueves arrastrando las manos por el suelo como si de un sonar se tratase, intentando detectar cualquier cosa que te de una pista de donde coño estás. La oscuridad te envuelve, se engancha entre tus dedos como algo físico que te frena, que te acaricia como una presencia fría y amenazadora.

Al posar la mano, algo se clava en tu palma, la cual apartas como un resorte mientras escuchas como el objeto rueda hacia algún lugar perdido en la oscuridad. 

¿Qué era eso? Por fin has encontrado algo, o habías al menos. Necesitas saber hacia donde ha ido.