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-Llevamos estas bebidas al bar del estadio.- dices, con toda la convicción que puedes reunir.
-¿Ah sí?- recela- ¿Y por qué dejáis las cajas ahí tiradas?
-Nos tomábamos un descansito refrescante.- Julián levanta su botella. No es suficiente para el meticuloso vigilante.
-Entonces- insiste-, sabréis dónde está el bar y cómo se llama el propietario.
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AMELIA FOLCH
