- ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder!

Este maldito mechero no enciende y sabes que ya es demasiado tarde.

En un último intento, el chispazo del zippo te deja ver por una fracción de segundo la cara de aquello que se cierne sobre ti a un palmo de distancia de tu propia cara, mientras su aliento  te eriza los pelos de la nuca. Y conocer a aquel que te ha estado acechando en la oscuridad te acaba de helar la sangre en tu propio corazón, el cual notas como deja de latir mientras una certeza se abre paso a través de tu conciencia. Ese que te acechaba entre las sombras eras tu. Y la certeza de una muerte inminente llega acompañada de las mismas voces que antes se habían filtrado ininteligibles entre la oscuridad, pero que ahora llegan claras como el agua de un arroyo de montaña.

- ¡Lo perdemos! ¡25ml de adrenalina! ¡Traed atropina y amiodarama, rápido!