El dolor es breve. Cuando tu cuerpo se disuelve en una maraña deshilachada de vapor, el ignominioso grito de la bruma deja de lacerarte. Te elevas junto a las mil y una almas que murieron antes; tus posesiones, tus afanes y tus inquietudes terrenales quedan atrás. Eres niebla. Ahora, su conocimiento y sus anhelos son también los tuyos.

Sin embargo, vuestra dicha es incompleta. Hay un objeto que, puesto en su debido lugar, aún puede devolveros a la abyecta prisión de entremundos donde habéis languidecido durante siglos. El corazón del guardián.

Te unes a la búsqueda que iniciaron tus hermanas. Seguiréis barriendo la tierra, palmo a palmo, con fervor incansable, noche tras noche; cuando os falten las fuerzas, los cuerpos que consumáis os las devolverán. No cesaréis hasta encontrarlo. 

El corazón del guardián. Hasta que no sea vuestra salvación, será vuestra condena.

FIN?