Item Descripción Valor

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No tienes problema para encontrar el riachuelo. Sus aguas brillan, transparentes, bajo la luna creciente. Te agachas en la orilla musgosa y bebes con las manos. El agua es fresca y sabe a tierra limpia.

Delante de ti nada un grupo de pececillos. Se dispersan cuando metes las manos en el agua pero vuelven a congregarse tan pronto como las sacas. Eso te hace recordar un sermón que dio en una ocasión el párroco de tu iglesia: "Bienaventurados los peces, porque en ellos se encarna Jesucristo Salvador".

Te incorporas con fuerzas y ánimos renovados.