En lugar de aniquilar a los soldados descorazonados, decidiste arriesgarte a usar el taiser, aún con las pocas probabilidades que había de detenerlos, considerando lo bien equipados que estaban.

Algo muy extraño pasó con los soldados cuando les disparaste, y es que el shock del taiser, aunque no estuvo ni cerca de detenerlos, terminó por desactivar las señales eléctricas de los cascos de control mental, liberando a esas personas de la malvada influencia de HaRT.

Los soldados te agradecieron, cayendo al suelo por lo agotados y confundidos que aún se encontrabas al fin ser liberados de los cascos, pero al menos te ayudaron entregándote un software clave en la terminal de tu brazo robótico. Se trataba de un programa que borraría  todo rastro de HaRT. No solo de la supercomputadora, pero cada ordenador, y robot que controlara, acabando con su imperio, así como cualquier indicación que alguna vez existió.

Tras esto, soldados te indicaron el pasillo que llevaba a la central donde estaba HaRT, después escurriéndose a descansar en un cuarto más apartado de la fortaleza. Uno elegante, con algunas pinturas, además con varias máquinas tragamonedas. Estas últimas causaron unas cuantas risas, bromeando como deseaban encontrar alguna moneda por el sitio para poder beber algo.