Para cualquiera con un arma le sería fácil destruir a HaRT. Sin embargo, tú no te conformabas con solo destruir a la tiránica presencia tecnológica, sino que ibas a desvanecerle. Ibas a eliminar todo rastro de que alguna vez existió. Solo borrando todo aquello que los mantuvo presos es que podían ser de verdad libres.

Sin demora introdujiste el programa de limpieza, que justo como anunciaba, acababa con cada mancha que alguna vez mantuvo cautiva a la humanidad, hasta que de un momento a otro, la ejecución terminaba, y en el sitio, solo quedaba una supercomputadora vacía. Como si todos los ordenadores de ese sitio, que tan arduamente fueron construidos y entrenados para el bien de la humanidad, estuvieran volviendo al inicio. Tendrían que empezar desde cero. Y no eran los únicos.

Después de HaRT, las ciudades estaban destruidas y en pedazos. Y sin él para ordenar sus vidas, la gente probablemente estaría confundida y asustada. Habían vivido tanto tiempo en cautividad, que quizás no recordarían lo que era la libertad. Eran muchos cambios a los que tendrían que adaptarse de nuevo.

Sin embargo, cuando de la fortaleza salían aquellos soldados que habías salvado del control mental, todos sonriendo y bromeando, tan felices de por fin ver el sol, aunque fuera en un mundo roto, sabías que iban a estar bien. Que todo estaría bien. Que a pesar de todos los retos que venían, y las dificultades que aún quedaban por sortear para volver a reconstruir la sociedad, mientras todos se mantuvieran juntos y se enfocaran en lo que aún no podían hacer en el futuro, en lugar de en el pasado, todo iba a estar bien. Tal vez mejor que nunca.

                                                                                                    FIN