Buscáis un cobijo donde esperar a secaros y donde guareceros. Pasan unas horas y el cielo comienza a aclararse. Vuestras ropas ya no están empapadas, pero siguen húmedas y os resultan incómodas de vestir, pero no creéis que nadie a simple vista repare en ello y haga demasiadas preguntas. Puede que ello se ponga a prueba en breve. A lo lejos, caminando por la ribera del río, una pareja de guardias civiles de poblados bigotes, cubiertos por largas capas, hacen la ronda en vuestra dirección. No estáis seguros de que os hayan visto, ¿os deberíais apresurar a esconderos? Tal vez eso resulte raro si os descubren y os pondría innecesariamente en el punto de mira de las fuerzas de seguridad de este periodo; ¿Cuál es vuestra decisión?

AMELIA FOLCH