Andoni tiene una amplia y profunda barcaza, robusta y construida con roble guipuzcoano unos años antes de la guerra. Los republicanos han dispuesto ingeniosamente unos elementos de pesca, con cestos, mantas, cuerdas y aparejos, bajo los que podéis esconderos incómoda pero eficazmente. La barca se desliza por el Bidasoa. El plan es pasar entre Irún y Hendaya y, más allá de las ciudades fronterizas, un grupo de republicanos españoles y franceses afines os esperarán y acogerán. Supuestamente, pues vosotros pensáis desembarcar antes en la Isla de los Faisanes. Ya es noche cerrada y el tiempo ya no corre a vuestro favor. Guardáis escrupuloso silencio, incluso los niños, tristemente disciplinados en este tipo de situaciones. Ois unas cuantas veces a Andoni saludar, ora con kaixo, ora con buenas noches, y no podéis dejar de admirar su sangre fría; para ayudar a unos desconocidos se está exponiendo a la carcel y posiblemente a la tortura. El paseo discurre sin incidentes, hasta que la barca frena en seco. Escucháis frases en euskera que son sin duda imprecaciones e insultos.

-Hemos dado con un banco de arena- musita en castellano-. Voy a intentar salir.

Sentís como la barcaza se agita mientras Andoni hinca el remo para poder desatorarla, sin éxito.

AMELIA FOLCH