El pasante afianzó sus lentes con el dedo índice revisando la documentación.
- Me temo que no se trata de ningún error señor. La documentación es inequívoca al respecto: usted es el destinatario de esta caja que le envía su tío, fallecido este mismo año en Roma.
- Pero yo no tengo... tenía ningún tío.
- Es posible que usted no supiera de su existencia.- contestó condescendientemente el funcionario - Pero evidentemente él si que sabía de la suya.
Me tendió el recibo para que lo firmase como si aquello fuese inapelable así que, encogiéndome de hombros, procedí a firmarlo y recoger tanto la caja como la carta.
