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El metal precioso impactó en la base de las rocas provocando un fulgurante estallido. La muralla se vino abajo con estruendo, dejando el paso libre hasta la orilla de aquella playa.

Mi tío parecía complacido por mis acciones.

- Veo que tienes intuición. Eso es bueno para lo que te espera. Imagino que también tendrás cientos de preguntas.

La orilla del mar estaba ante nosotros.

- Por desgracia no hay tiempo para darte las respuestas. Reconozco la crueldad inherente en abandonarte a tu suerte sin guías ni consejos, pero las cosas no han sucedido como deberían.

Puso una mano en mi hombro:

- Ahora eres uno de los Custodios de la Vigilia. Tu deber es velar porque las Pesadillas no escapen de Oniros hacia lo que los Durmientes consideran 'su mundo real'. Hay muchas preguntas y encontrarás las respuestas tras enfrentarte al leviatán, a la ballena negra que te aguarda más allá de estos mares.- señaló al horizonte - Volverás a la Vigilia para seguir mi pista, recorrer mi camino, para alcanzar el pleno entendimiento de a qué te enfrentas. Sólo puedo decirte que vivís en una Mentira cuando pensáis en que es el mundo que llamáis real y que es el mundo de los sueños. Los términos están invertidos. Pero nuestra labor no es despertar a los Durmientes, sino protegerlos de aquello que los acecha más allá de las Puertas del Sueño.

Debió ver la incomprensión en mi rostro que provocó por primera vez algo parecido a una sonrisa en aquel rostro adusto:

- Yo mismo he estado en el mismo punto en el que tú te encuentras, con todas esas preguntas pugnando por salir de mi garganta, abrumado por la curiosidad. Creéme, mi querido sobrino, que la incertidumbre es el primer paso hacia la sabiduría.