Manteniéndote alejado de la línea de visión de los tipos estos, inspiras fuerte. Seguramente con un rayo de fuego bien lanzado bastaría para acabar con ellos, y si se separan siempre puedes usar tu bastón y la carga de relámpago en cadena que contiene.

Así pues, concentras tu energía mágica, generando una esfera de luz. Parece que esta atrae a los guardias, como si de una vela para una polilla fuera. E, igual que la vela, ésta les conduce a la muerte.

Para cuando se quieren dar cuenta que tú eres quien crea esa luz, ya están suficientemente cerca para usar el hechizo. Uno de ellos termina literalmente convertido en carbonilla, pero ves como al otro le da tiempo a saltar. Crees que ha sobrevivido, y te pones en posición de combate. Pero no se mueve. Al acercarte puedes ver sus piernas arrancadas desde la mitad, más o menos. El tipo o está inconsciente o directamente muerto, pero en cualquier caso no aguantará mucho más.

Decides no arriesgarte y, sacando un pequeño cuchillo, lo rematas. Además, es lo más humano, ¿no?