| Item | Descripción | Valor |
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Consigues frenar al inquieto animal y alzas el scutum, observando a los jinetes.
Todos llevan jabalinas en la mano, pero te percatas de un detalle en uno de ellos: Su casco tiene un característico penacho de centurión.
Das el saludo romano, y recibes el mismo. Suspiras. Suspiras tan fuerte que casi te quedas completamente sin aire. Bajas el escudo y ordenas al caballo acercarse al grupo de jinetes, que te reciben con preocupación por tu estado de salud y te escoltan hasta el campamento de invierno.
Las luces del fuerte te reciben recortando contra el cielo negro la silueta de la mole de piedra y madera. Cuando cruzas la puerta, los dos días de tensión pasan factura y apenas eres capaz de bajar del caballo sin caerte, y llegar con ayuda a un camastro donde duermes larga y plácidamente.
Te espera un buen retiro cuando regreses a Roma.
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