Empujo con fuerza la puerta y me encuentro con un pasillo estrecho y oscuro. Instintivamente llevo la mano a la pared en busca de un interruptor que encienda alguna luz pero pronto recuerdo que el lugar carecía de tales lujos del futuro.

Maldigo al  cavernícola que tuve por abuelo.

Al dar dos pasos en la oscuridad tropiezo con algo que no he alumbrado con mi linterna. Linterna que por cierto sale volando por el aire. Mientras caigo al suelo pienso '¿he visto un rostro en la oscuridad?'.

Es lo último que pienso antes de que alguien me golpeé en la nuca para dejarme inconsciente. Nunca debí rechazar aquel curso de narración sobre casas malditas. Seguro que en la primera lección venía algo como esto.