Item Descripción Valor

Los demás se van sin ti, pero ya sea por corazonada o porque eres un buen tío, arrastras al convicto a una de las celdas que se habían quedado desiertas y lo dejas allí cerrando la puerta.

Luego vas a la enfermería y coges una par de cosas para limpiar la herida y vendarla al menos. Cuando vuelves la cara de alivio de tu nuevo mejor migo es palpable y te pones mano a ello. Mientras, fuera se oye toda clase de disparos y ¿bombas?, aguantáis todo el chaparrón ahí dentro escondidos.

El balance de muertos y heridos ha sido escandaloso. Todavía un mes después siguen en los noticiarios detalles de las múltiples fugas que hubieron ese día.

El nuevo alcaide es tu mejor amigo, así que te vistes con tu uniforme reluciente, te colocas la porra en su lugar.

Es curioso que la libertad la hayas encontrado justo al otro lado de las rejas.

Comienzas tu ronda silbando. Ni tan mal.