Te paras y le pides perdón al hada.
Le explicas que es una broma muy típica de leprechaun, que nunca haces un par completo a un hada, pero que si acude a otro leprechaun podrá conseguir el otro zapato.
El hada, que al principio estaba muy enfadada, comprende la situación y ahora se siente divertida (las hadas sólo tienen espacio para una emoción, por su tamaño).
Es más... al contarle tu problema, y sin saber dónde guardaba algo tan grande, te entrega un puño americano.
Es dorado, y se ajusta perfectamente a tu mano. Está claramente diseñado para un leprechaun o para un irlandés muy bajito.
Te descubres el sombrero en señal de agradecimiento y sigues tu camino.
Te estás acercando al puente y sopesas la posibilidad de evitarlo, e ir a nado. Los puentes suelen ir acompañados de trolls.
Aunque tendrías que dar un rodeo para cruzarlo a nado, y ya has perdido algo de tiempo.