Abril de 1918, cercanías de Barcelona.
El ferrocarril avanza a buena velocidad entre árboles bajos de bosque mediterraneo. Es un día primaveral, soleado y de temperatura agradable, que invita a distraerse contemplando las suaves colinas en el paisaje. Tan sólo la incómoda madera del asiento, que te obliga a cambiar de posición con frecuencia, impide que disfrutes plenamente de las vistas.
No esperabas comenzar la semana viajando fuera de la ciudad, pero tu superior dentro del cuerpo de policía, el comisario Constantino Torres, te había citado a primera hora de la mañana de hoy en la estación de Francia.
Lo que sea con tal de no estar en comisaría rellenando formularios.
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