Te despiertas en el interior del tocón de árbol en el que vives. Todo está patas arriba: tus muebles quebrados, tus herramientas para arreglar zapatos desperdigadas por el suelo, tu ropa rota...
Y tú lleno de magulladuras y golpes.
Eres un leprechaun.
Y estás muy enfadado.
Alguien te ha quitado tu oro de una manera sucia y poco divertida. No has podido ver al asaltante, y se ha llevado tu cofre tras dejarte sin sentido.
Guardas tu oro en un cofre porque una olla de barro te parecía poco segura. Y aún siendo consciente de la ironía de la situación, estás seguro de que el ladrón no podrá abrir el cofre sin la llave.
Y más te vale, porque no sólo guardas oro en él...
Tienes que seguir el rastro del asaltante, mientras aún está fresco.
Pero quizá deberías asegurarte de que la llave está a salvo, primero.