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Totenhaus

Librojuego Terror
Por Chemo

Autor: Santiago Eximeno
Ilustraciones: Juan Carlos de Pablo
Secciones: 103
Mecánicas: Sin azar, controles por palabras clave.
Formato: Papel, disponible en la página web de la editorial.

Totenahaus me parece una apuesta arriesgada dentro del mundo actual del librojuego, un libro donde prima la narrativa (excelente la pluma de Eximeno, como siempre) frente a la jugabilidad pura. Es un título ideal para recomendárselo a aquellos que insisten con aquello de: «¿pero los librojuegos no eran esas movidas para niños de los 80?». Se sentirán cómodos porque no tiene mecánicas complejas y la narrativa prima ante las decisiones,  pero sobre todo se darán cuenta de que esto no es para niños. Aquí no hay héroes. Solo personas devastadas por los acontecimientos. 

Totenhaus podría haber sido un buen relato de terror pero funciona especialmente bien como librojuego porque mediante las decisiones puedes explorar todas las aristas de la propuesta: ¿qué harías tú por salvar la vida de tu hijo? ¿quién decide cuando alguien debe dejar de sufrir? ¿qué es la culpa? Como suele suceder en los relatos de Eximeno —y aquí ya deberías daros cuenta de que me gusta particularmente este autor— las respuestas no os las va a dar él. Van a flotar en el aire para que saquéis vuestras conclusiones. De hecho en el final hay una frase explícita: «éste es el final de tu camino, a ti te corresponde valorarlo». No hay decisiones buenas o malas, solo decisiones. 

El libro es corto. Lo puedes leer de una sentada y, de hecho, completé todas sus variaciones en una tarde. Está basado en una serie de actos que se conectan entre sí de forma lineal, como una pesadilla de la cual no puedes salirte, dejando que los momentos de decisión se enfoquen a tu relación con los otros personajes. Es curioso ver como en ocasiones una palabra clave te lleva a una sección donde un personaje sonríe o te amenaza, en un breve párrafo, para luego volver al flujo natural de la narrativa. Veo ahí una posibilidad de explotar eso en ficciones mayores para dotar de personalidad a tus acompañantes de aventura.

Es un librojuego donde priman más las sensaciones que transmite que la historia que cuenta, algo habitual en otras obras del autor. Aunque lo disfrute de cabo a rabo eché en falta una mayor capacidad de actuación en los momentos clave de la historia. En esos momentos es otro personaje —el estrambótico Sowerberry— el que resuelve la papeleta. En otros librojuegos me parecería fatal que un personaje de la trama se llevase el protagonismo —creo que jugamos librojuegos para dirigir la acción, no para ser espectadores— pero en el caso de Totenhaus la propia construcción del relato hace que eso cobre sentido porque, después de todo, eres una persona sin esperanza, a la deriva. 

Es por ello que, nuevamente, me parece una apuesta arriesgada. No es un librojuego al uso, donde eres un protagonista resolutivo o siquiera una víctima escapando de algo más fuerte que tú. Eres un sujeto más pasivo donde reaccionas más con sentimientos que con verdaderas acciones ante lo que sucede a tu alrededor. 

El arte de Juan Carlos de Pablo me parece que encaja como un guante con la narrativa. Sus composiciones de collage recuerdan a pesadillas incompletas y transmiten una atmósfera tan inquietante como la prosa de Eximeno. 

Y después de todo esto ¿qué me ha parecido Totenhaus? A mí me ha encantado, pero es de esos libros que me resulta complicado recomendar de forma directa. Porque son muy particulares. Sobre todo en este caso que navega entre la narrativa convencional y el librojuego, pudiendo parecerle a algunos demasiado rebuscado y otros demasiado sencillo. Por eso creo que es una apuesta arriesgada. Y espero que tenga éxito y salgan más títulos similares. Porque hay mucho género que explorar dentro del mundo de los librojuegos. Y éste puede ser un camino.


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