Romperá una promesa sin dudarlo
Porque cree que es divertido no tener remordimientos.
- Franchesco Anconetani
Hace no muchos años que cargais sobre los hombros la condena de los vuestros, y bien es sabido que son muchos los que han partido más allá de la costa de Finisterra, el fin del mundo, en busca de un lugar donde escalar dentro de las jerarquías débiles de pueblos manchados de sangre, corrompidos por viejos demonios que el océano no ha sabido alejar de ellos. Pero Europa es un lugar realmente duro para un chico de los recados. Hay pocos puestos vacantes para aquellos vástagos mediocres, sin aptitudes para el subterfugio, aún así, algunos se abren camino entre los de su propia sangre, en el mejor de los casos, engañandolos y haciendo que desaparezcan de la faz de este mundo. De otra manera, para aquellos con la viveza de seso suficiente, no es un lugar que prescinda de recursos, aunque las viejas sombras de la noche estrangulen a aquellos que osan insultar a los tiranos que se alzan con los hilos de la humanidad.
El mar siempre estuvo presente en la ciudad de Ancona y su puerto agradecido de recibir gente de bien, turismo y vida, pero es sabido que no suele llorarse la partida, siempre una opción allá en los muelles del puerto, con los espectrales barcos en la niebla nocturna como si se apiadase de lo que queda de esas pobres almas, cobijandolas en sus frios y húmedos brazos. No todos están dispuestos a empezar una nueva vida (o debería decir no-vida) en otro lugar, donde todo es más salvaje que el viejo mundo. Incluso aquellos no creyentes, no más que en su condición de malditos se apiadan a Venus, que contempla sus fechorías, sus dramas y su tragedia desde lo alto de su templo.
Allá donde los mismos Césares quisieron hacerse un hueco entre el corazón de su pueblo, donde se alzó piedra sobre piedra para hacer honor a la mismisima humanidad, se esconden los demonios y ángeles de un mundo sumido en la oscuridad que ya no confia en nada, nisiquiera en si mismo.
Il Piccolo es una pizzeria italiana muy familiar, separada de las calles principales por una gran ventana de cristal en la que grabado con roja tinta y adhesivos se puede leer su poco original nombre invitando al turista a entrar para adentrarse un poco más en la cultura de este alegre país. A pesar de sus frecuentes visitas este lugar es ideal para una reunión poco formal, pues nadie sospecharía y el ambiente es bastante íntimo.
Ancona es una ciudad portuaria en Marcas (Marche), una región del centro de Italia, con una población de unos 100.000 habitantes. Está situada en la costa del mar Adriático y es el centro de la provincia homónima y capital de la región. La ciudad se localiza 210 km al noreste de Roma y 200 km al sureste de Bolonia.