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En los márgenes del Guadalete se alza el convento de los monjes cartujanos. Estos de familia noble y de estricta clausura, dispone de grandes extensiones de terrenos con huertas y cultivos de cereales. Su gran poder se debe al noble linaje de los monjes de la Orden y estos dedican su día a día a la oración y la cría de caballos de pura sangre, siendo lo más destacado el Caballo de Pura Raza Cartujana o Andaluza.

El acceso a las damas y señoras está prohibido por el Abad y solo hombres que sean cristianos viejos, de probada limpieza de sangre e hidalga sangre pueden visitar la iglesia del convento o despachar con el abad. Se cuentan truculentas leyendas sobre muchachas que se perdieron en los alrededores del cenobio cartujano y es lugar frecuente para encuentros discretos con padrinos al alba donde los aceros actúan como mediadores en más de una disputa. El crucero que se alza tras las tapias del convento ha visto más sangre que un sangrador de los Tercios.

Se alza en una colina tras la Iglesia Mayor, sus muros se encuentran en estado ruinoso y apenas la torre octogonal y la cámara oscura se mantienen en uso. Dentro de ella se encuentra el Palacio Moro que ahora es residencia del Alcaide. Según se comenta D. Lorenzo Nuñez de Villavicencio planifica la construcción de un nuevo palacio.

En el alcázar se acuartela la ronda de corchetes y alguaciles que bajo orden del Alcaide y el Letrado Mayor ejercen justicia en la ciudad.  En los jardines del recinto es típico ver que se celebren bailes, fastuos y celebraciones patrocinados por la familia Villavicencio para agasajar a sus amigos, aliados e invitados.

A los pies de la Iglesia Mayor se encuentra el Arroyo de los Curtidores.  En la zona se encuentran varios palacios importantes, entre ellos el Palacio del Arciprestazgo. Es una de las zonas más opulentas de la ciudad y su cercanía con el Alcázar hace que el tránsito de criados con mensajes entre el Palacio de los Villavicencio y el Arcipreste sea continuo.

A unos pasos de la Iglesia Mayor se encuentra el Convento del Espíritu Santo, donde se crearon los tocinillos de cielo. Es uno de los conventos de renombre de la ciudad y donde hace poco internaron a Doña Ana de Haro Vera, tras un desafortunado romance con Don Dionisio Dávila García.

El Convento de San Francisco se alza a un tiro de piedra de la Plaza del Arenal. Es un amplio cenobio que comprende una iglesia, claustros, huertos y un obrador. En este convento se encuentra enterrada, por orden de los Reyes Católicos, la Reina Blanca de Borbón que fue asesinada por orden del Rey Pedro I “El Cruel” a manos del ballestero Juan Pérez de Rebolledo (Curiosamente enterrado en los escalones de la Iglesia de San Marcos.)

La familia López de Carrizosa es una eminente benefactora de la orden y ha pagado varias de las ampliaciones del convento y cedido terrenos propios. Normalmente es fácil encontrar a Doña María López de Carrizosa Haro, Condesa de Torre Melgarejo, en la iglesia del monasterio junto a su confesor Fray Álvaro de Montilla.

Un gran acuífero de importancia donde anidan toda clase aves acuáticas, es coto de caza de las diferentes familias de la nobleza jerezana y de diferentes furtivos de El Portal o los cortijos cercanos. Se tardan tres horas en llegar y es frecuente ver las idas y venidas de caballos, coches y carruajes a altas horas de la madrugada. Se dicen las malas lenguas que es habitual que las largas jornadas de caza sean excusa para conspiraciones e intrigas, lejos de los oídos interesados que vagabundean por la ciudad.

Desde el extremo norte de los Alcornocales hasta las lindes de la provincia de Sevilla se alzan los llamados Montes de Jerez donde abundan los cortijos destinados a la cría de ganado, los pabellones de caza y los bandoleros de toda índole. Es fácil ver al Conde de Torrecera, al Señor Alcaide o al heredero del Conde los Andes partir hacía sus respectivos pabellones para practicar el arte de la caza de pelo (que no de pluma como son las aves).

Recorriendo la vera de la muralla desembocamos en la Plaza del Apóstol Santiago, donde se alza la espectacular iglesia del mismo nombre. Además encontramos el Hospital de la Preciosísima Sangre de Cristo y se atisba a lo lejos la Real Capilla del Calvario. Es zona de gitanos y tratantes de ganado, que entran en la ciudad por la Puerta de Sevilla procedentes de la capital hispalense. En sus alrededores se alza la Casa-Palacio de la familia Ponce de León desde donde esta familia tiene su domicilio, cuadras y cocheras.

Existen populares tabernas y tabancos donde el cante hondo, el flamenco más puro, con sones de bulerías y soleares inundan las calles. El arenal que se extiende ante la parroquia es punto de encuentro para personas de toda condición, siendo habitual los paseos de coches de caballos que se dirigen a los cortijos de los cerros próximos, Sevilla, Trebujena o Lebrija

El embarcadero del Guadalete desde donde parten las barcazas hacía el puerto de Cádiz cargadas con los bienes manufacturados en la ciudad, vinos o caballos. Es zona de frecuentes emboscadas y asaltos, próxima al cruce de cuatro caminos y al barrio gitano de la Hoyanca de San Telmo. Son frecuentes las casas de juegos, mancebías y corrales que sirven de entretenimiento a las personas de menor poder económico.

En lo alto del Cerro, donde comienza la zona del Campillo, se encuentra la Ermita de San Telmo erigida por el gremio de barqueros hará cincuenta años. En su interior se venera un crucificado traído a Jerez por las monjas y que siendo sacado en rogativas por las escasas lluvias hubo de refugiarse en la Ermita debido al fuerte aguacero que cayó durante la procesión, en tres ocasiones intentaron llevarlo de vuelta y al final, y a petición popular, quedo en la Ermita para que recibiese culto en ella. Es muy alta la devoción popular que se le brinda entre gitanos y gentes de clase, habiendo obtenido permiso para fundarse cofradía que procesiona los Viernes Santos hacía la cárcel real en San Lucas.

El viejo convento de los franciscanos, ahora cedido a las hijas de Santa Clara por petición popular, se halla a las afueras de la ciudad en las cercanías de las llamadas Puertas del Sol. Es un convento de clausura que ha protagonizado más de un salto por algún galán intrépido o algún que otro rufián de medio pelo. No es un convento de gran renombre y pocas hijas nobles ingresan en él, siendo más frecuentes que estas ingresen en el Convento del Espíritu Santo o marchen hacía El Puerto de Santa María o Sevilla.

La zona, cerca de las Playas de San Telmo  y en plano barrio gitano, es zona habitual de jaques y lindos de mala fe dispuestos a aligerar la bolsa y la vida al mismo tiempo de cualquier despistado que no sea vivo al tirar de toledana.

Se ubica en los arrabales de San Mateo y en ella se venera a la patrona de la ciudad y es cenobio de la Orden Mercedaria. Los hábitos blancos de los frailes de la Merced deambulan entre el monasterio y el hospital cercano de Santa Isabel, regido por los frailes. Es lugar de popular devoción y punto de encuentro de Damas y Caballeros que acuden al Camarín de la Morenita para entregar ofrendas y para encuentros en las calles cerradas que lo rodean o conversar cerca del pozo frente a la Basílica.
 

La plaza se enmarca en uno de los conjuntos arquitectónicos de mayor importancia de la ciudad. Por un lado la Iglesia de San Dionisio de estilo mudéjar y dedicada al patrón de la ciudad y por otro el palacio Consistorial de estilo renacentista. Otro de los edificios importantes es la Casa de Justicia y Cárcel de la ciudad, donde se encierran a los presos sin delitos contra el Rey y sus posesiones. En el centro de la plaza (Anacronismo introducido por el narrador, el monumento se alzó en el siglo XX) un pilar con un monumento a la Asunción de la Santísima Virgen.

Esta plaza es el corazón administrativo de la ciudad, en la aledaña calle de Letrados se agolpan estos en tenderos o despachos de mayor o menos calidad. En la próxima Plaza de Plateros se reúne el importante Gremio de Plateros y Orfebres, además se celebra el mercado de verduras. En el extremo de la plaza, cerca de la Puerta Real, se hallan las plazas de Sombreros y de la Cruz Blanca que son sede de las ferias de ganado que se celebran en Mayo y Septiembre.

Alrededor de la vieja capilla de la jura, famosa por la historia del Juramento de Sangre de los Caballeros Veinticuatros de Jerez, se asienta otra de las partes más viejas de la ciudad. Acaudaladas familias como Haro, Ponce de León, López de Carrizosa, Villacreces o Pemartín se han instalados en este antiguo barrio, floreciendo en plenitud palacios y caserones. Es un barrio eminentemente castrense, donde se ubican los Cuarteles de Caballería y de la Guarnición de la Ciudad.

En sus proximidades se han instalado recientemente la Orden de Carmelitas calzados con la construcción de una capilla dedicada a Nuestra Señora del Carmen. Esta orden está siendo patrocinada por las familias de Haro y Villacreces que están financiando la construcción de un cenobio de mayor tamaño que de más prestigio a la zona.

Es una zona de rica importancia, en las proximidades de la plaza se alzan los importantes Palacios de la Familia Riquelme, de la Familia Cabeza de Vaca, Palermo, Zurita y Osorio. El corazón mismo del barrio se centra en la Plaza del Mercado donde se celebraba el mercado y se realizaban los ajusticiamientos, dejándose los cuerpos para público escarnio. Famoso era ver llegar a los condenados escoltados por alguaciles y corchetes en procesión por la calle llamada de Justicia.

Otro de los puntos clave es la Parroquia de San Mateo, hospital contra la peste en siglos pasados, sus calles estrechas son escenarios de múltiples duelos y lances. Es especialmente famoso el llamado “Rincón Malillo” que fruto del imaginario popular es lugar temido y apreciado, siendo mucha la sangre y las vidas que el acero toledano se ha cobrado en este lugar en las noches jerezanas.

Barrio rancio y de solera donde se alza la Parroquia de San Lucas de estilo mudéjar. Entre los edificios destacados están el Palacio de San Blas, el Palacio del Conde de Torrecera y el Penal Real, un presidio que se ubica en la misma plaza que la parroquia. Es lugar de múltiples aventuras nocturnas, aprovechando la oscuridad y estrechez de sus calles.

A través de sus callejuelas y plazuelas se desemboca a la vieja calzada del Arroyo de los Curtidores, donde este gremio ejerce su actividad y frente a la que se alza la Iglesia Mayor del Salvador y el Palacio del Arcipreste de la ciudad. Frente a otras cosas se encuentran famosos y múltiples tabancos, que son tugurios destinados al despecho de vinos a granel o para su consumo.

Las estrechas calles de San Marcos desembocan a la vieja Judería, hoy llena de prestamistas y banqueros de dudosa honra pero rica bolsa. Cerca de las viejas piedras de la Parroquia de San Marcos se encuentran varías de las casas de mayor renombre como los Dávila, Sanchos o Juanes. También es conocida por la cercanía con el Barrio de Francos, zona controlada por los gremios donde se desempeña el comercio libre de diezmos y aranceles.

Uno de los lugares importantes es el Convento de la Compañía de Jesús, ubicado en las calles aledañas a la Parroquia de San Marcos y donde los Jesuitas dirigen sus actividades.

Otra de las zonas de juegos de toros, mercadeo y trato de ganado. En este punto se encuentran el Hospital de la Candelaria, La Capilla de San Juan de Letrán y el Convento de los Dominicos. Otro de los edificios es la Casa de Don Fadrique, un prestamista enriquecido y con buenos tratos con los negocios de algunos de los caballeros veinticuatros de la ciudad. La zona es de menor calidad que la Plaza del Arenal y su confluencia con el camino a Sevilla hacen que este transitado por toda clase de personas.

Un amplio llano de albero blanco cercado con vallados de madera, la muralla de la ciudad y gradas donde la gente se sienta a contemplar los espectáculos. Desembocan a la plaza las calles de Corredera, Lancería y la Puerta Real. Frente a la plaza se encuentra el Palacio del Conde de los Andes, donde residen sus hijas y su heredero. Es frecuente en la plaza que se den juegos de lanzas, de toros o cañas, siendo uno de los divertimientos más comunes.

Es destacada la Casa de Comidas de Juanito “El caro” y las mancebías que se cobijan al amparo de la muralla. Existen un par de garitos de juego, siendo de buen nombre, donde se reúnen personas de calidad a jugar.

Al sur de la plaza se encuentra la Iglesia de San Miguel, una impresionante construcción que sigue creciendo a un ritmo imparable.  A lo lejos se percibe el olor de las marismas del Guadalete donde las barcazas atracan en los muelles de San Telmo, frente a la Ermita del mismo nombre.

Offtopic para chorradas varias.