Partida Rol por web

¿A quién pides ayuda cuando estás tirado en el suelo con las tripas fuera? ¿A los dioses? Nos abandonaron hace mucho. ¿A tus queridos camaradas? Para empezar, no estarías así si no fueran un hatajo de cabrones. ¿A tu querida y anciana madre? Es un encanto, pero no puede volver ha meterte los intestinos en su sitio y hacer que se queden ahí. No, rezas para que aparezca quien sea con un desfibrilador, algunas suturas y morfina a raudales. Y cuando ese alguien aparece, eso es un ángel.

Los psíquicos son los extraños sociópatas jodementes con poderes telepáticos. Controlan cerebros como quien maneja hilos de una marioneta, sus corazones son siniestros, sus almas están muertas y sus ojos brillan como el vidrio. Se mantienen fuera de tu vista, observándote mientras susurran cosas dentro de tu cabeza. Se clavan en tu cerebro y extraen tus secretos.

Incluso entre los vastos desiertos hay comida que no parece ceniza, música que no suena como hienas chillando, pensamientos que no los inspira el terror, cuerpos que no han sido mancillados y sexo que no es mero desahogo carnal, sino algo más que el hedor, humo, rabia y sangre. Ellos tienen parte de lo hermoso que pueda quedar en este montón de mierda que es Tartarus ¿La compartirán contigo? ¿Qué tienes tú que ellos puedan querer a cambio?

Incluso en un sitio tan peligroso como este, la zorras peligrosas son... Bueno, son de quienes deberías alejarte mirando para otro lado, pero no puedes. Son como esas luces azules chisporroteando para matar insectos, ¿lo pillas? Cometes el error de mirarlas y enamorarte, te acercas demasiado... y sientes un trillón de voltios y tus alas se queman como si fueran papel.

Con la guerra civil las infraestructuras se hicieron añicos. Carreteras levantadas y agrietadas. Líneas de abastecimiento y comunicación cortadas de cuajo. Los asentamientos, aislados unos de otros, al borde del colapso como hormigueros taponados, ardieron y finalmente se desmoronaron. Algunos de los supervivientes aún lo recuerdan, en cada horizonte brillaban las brasas de la civilización consumida, su luz hacía palidecer las estrellas, su humo ocultaba el sol. El horizonte es un lugar oscuro, y ninguna carretera te llevará hasta allí.

En este planeta no hay gobierno ni sociedad. Cuando los jefazos gobernaban la Tierra, libraban guerras al otro lado del mundo en lugar de hacerlo contra los del otro lado de las llanuras desérticas. Entonces sus tropas se contaban por cientos de miles, y hasta tenían jodidos barcos para llevar sus putos aviones. Eso fue en la legendaria edad dorada. Ahora, cualquiera con un edificio de hormigón y una banda de pistoleros puede reclamar el título. ¿Tienes algo que decir al respecto?