El cielo sobre la ciudad tiene el color de una pantalla de televisor sintonizado en un canal muerto. La lluvia cae dejando un polvo negro cuando se seca, como el de un tóner de fotocopiadora, y todas las plantas se vuelven grises cuando la absorben. Los perros salvajes luchan entre sí y contra las ratas para mantener su territorio entre los coches desguazados, y una de sus variedades está desarrollando una membrana ocular color blanco hueso. Si te acercas lo suficiente puedes oír un clic cuando parpadean.
Eso es Santa Cruz, una ciudad dividida. Una ciudad territorial donde la única ley que se impone es la del más fuerte. Así que aquí sólo tienes dos opciones: alzarte sobre el resto a base de tu sudor y sangre, o acabar como todos los demás; olvidado en una fosa común donde ni tu nombre será recordado.
El mundo se fue a la mierda, eso ya lo sabemos y ya no importa el porque. Pero si cierras los ojos. La cosa es mucho peor. Cuando abres tu mente, te das cuenta que algo va mal. Hay algo que aúlla en los límites de la percepción, siempre presente, lleno de odio y terror. De eso, de la vorágine psíquica mundial, no hay refugio donde protegerse.
La vorágine psíquica es algo dificil de explicar tío. Nadie sabría decirte lo que es exactamente. Todo el mundo puede abrir su mente y llegar a ella. Está en todos lados, susurrándote al oído. Es como un ruido que lo impregna todo. Cuando abres tu mente puedes ver y escuchar cosas. Quizás puedas encontrar la respuesta a lo que buscas. Pero ándate cono ojo macho, hay otros muchos que te acechan, que te miran y que quieren saber cosas de ti y la vorágine está abierta a todas horas y para todo el mundo.
Partida de Apocalypse World 2ed.