Peliculas

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Titane

Drama
Por Belgeval

Es la primera vez que me paso por esta parte de la web, así que no sé muy bien cómo estructurar esta crítica, pero creo que el esfuerzo bien vale la pena. Vi Titane el sábado pasado, y tengo que decir que es una película muy especial, aclamada por muchos y denostada (creo que incomprendida) por tantos otros. La directora, Julia Ducournau, es la responsable de la no menos polémica e impactante Grave (Crudo). Una de sus temáticas recurrentes es la metamorfosis de la persona en sentidos tanto metafóricos como literales, la deconstrucción del género y la humanización del monstruo; no su justificación, sino la aceptación de que los monstruos forman parte de la humanidad, y que reconocer este hecho es necesario para evolucionar. Una tía muy interesante, con un lenguaje muy propio y descarnado y un don para hacer sentir emociones muy honestas. Titane, por ejemplo, nos hace sentir horror, asco, repulsión, momentos de risa, y sobre todo, ternura. Mucha ternura. Es una historia de amor incondicional entre dos almas perdidas, y de hasta qué punto puede trastornarnos la falta de amor durante la infancia.

Hay gente que dice que no la entiende, que la película no tiene ninguna historia y que todo es una sucesión de imágenes sin sentido. No consigo explicarme estas valoraciones. Opino que, más allá de cierto evento más o menos surrealista (o metafórico, o fantástico) que tiene lugar a comienzos de la película, la narrativa es perfectamente comprensible y tiene una historia muy clara y emotiva, muy humana. Creo que hay quien es incapaz de ver más allá de ese suceso o entenderlo, se bloquea y ya se toma toda la película como una paja mental. En realidad, yo creo que no hay nada que entender, sino que se trata más bien de aceptar dicho acontecimiento sin cuestionamientos. Pues, ¿acaso no aceptaríamos si en una peli saliese un dragón? Esto es lo mismo. Por motivos obvios, no explicaré de qué se trata para evitar destripes, pero cualquiera un poco curtido en cine fantástico o poético no tendrá absolutamente ningún problema.

Francamente, fui a ver Titane sin expectativas, precisamente por esas (pocas) críticas que había leído, que decían que era cinéma-art en el sentido más estricto y una fumada sin lógica; me esperaba un esperpento postureoso del estilo de Holy Motors, de Léos Carax (peli que odié hasta el vómito). Y no me encontré nada de eso. Me pareció una película sobresaliente, con unas interpretaciones absolutamente fabulosas: Agathe Rouselle y Vincent Lindon haciendo de juguetes rotos están ENORMES (son la personificación de la destrucción y la autodestrucción, respectivamente), comunicando y transmitiendo muchísimo, muchas veces sin palabras, únicamente mediante el lenguaje de sus miradas y la rareza de sus cuerpos desnudos, con la que nos acabamos familiarizando, pues otro de los temas de Ducournau es el empleo del cuerpo como vehículo comunicativo, muchas veces transformándolo en algo extraño y monstruoso que terminamos aceptando.

Y es que la aceptación y la transformación son, sin duda alguna, las marcas de distinción de Titane. Eso sí, creo que es importante hacer una advertencia. Tomando prestado un fragmento escrito por mi hermano (Micaelian en Umbría):

Sus primeros cuarenta y cinco minutos están cargados de violencia explícita. No lo advertiría si no fuese porque me consta que muchos espectadores la han considerado insoportable y excesivamente gráfica en este sentido. Y les doy la razón, pero a mí no me ha parecido peor que la película de Tarantino media. Y esta violencia es, a mi entender, absolutamente necesaria para establecer el tono y el punto de partida del personaje principal para la segunda mitad de la película. De todos modos, avisados quedáis.

Pues eso mismo.

Resumiendo mucho, la película me encantó. Creo que hace falta más cine como este: valiente, poco convencional y promotor de la reflexión. Solo quiero que esta reseña sirva para que, si vais a verla, estéis avisados de que los principales escollos que han encontrado algunos para disfrutar de la peli son esencialmente tres: la violencia (muy fuerte, sí, pero no creo que sorprenda a nadie que haya visto Kill Bill, por ejemplo); algo que le pasa a la protagonista cerca del comienzo de la peli, que puede ser visto como algo literal (fantástico) o, por el contrario, como una metáfora o incluso un delirio; y un componente de body horror/rechazo al propio cuerpo que en ciertos momentos podría (condicional, que la mayoría jugáis a Cthulhu, leñe) resultar desagradable. Si estas cosas no os tiran para atrás, os espera una película muy conmovedora y con unas interpretaciones verdaderamente magistrales, que al menos yo recordaré durante mucho tiempo.


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