–Sí, a ello me pongo –contestó Luca antes de colgar el telefono, a continuación salió de la cabina que se encontraba en el interior de la cafetería.

El dueño de aquel garito se encontraba limpiando el mostrador preparándole para una pronta apertura, al advertir que su extraño cliente había terminado lo miraba no sin desconfianza. Era irónico porque probablemente aquel perdedor fuese un cliente de los que compraba el whisky que los irlandeses destilaban para la familia.

–Por las molestias –dijo el siciliano depositando veinte dólares sobre el mostrador antes de salir al exterior donde volvió a encontrarse con su compañero al que antes había dejado con la palabra en la boca. Debía tenerle al tanto de todo.

–Sal, arriba me he enterado que ese maldito pezzonovante estaba con los Marchetti. La familia le ha hecho cantar y nos pide que vayamos a hacer una visita al ragazzo Marcetti. 

–Joder Chico, no has perdido el tiempo.