Luca apretó con fuerza la laringe de la joven quién no pudo hacer mucho más que abrir los ojos mientras intentaba tomar un aire que nunca llegaría a sus pulmones. El siciliano apretó con rabia e ira.

Cuando más adelante miraba atrás a aquel momento nunca sabría si aquella rabia era la que normalmente sentia cuando estrangulaba a alguien, o si había algo más: la frustración de saberse utilizado.

Para cuando terminó, la joven se encontraba desplomada en el suelo, su cuerpo permanecía inerte mientras se iba enfriando paulatinamente. En pie, su ejecutor intentaba ordenar sus pensamientos. Allí había llegado por encargo de un pezzonovante que ni siquiera era italiano. Un político corrupto que no sólo flirteaba con la familia Barone, si no con los Marchetti y dios sabe quién más.

Puede que supiera algo de ese Carlo... Sin embargo no estaba seguro de si quería abrir aquella caja de Pandora.