–En cuanto se acerque, vuélale los sesos– le susurró Luca a su compañero.

–Shhhh, calla.

–¿Qué hacen ustedes por aquí? –preguntó el recién llegado conforme se iba aproximando a la puerta del conductor. Desde el interior tan sólo veían aproximarse el abrigo que llevaba aquel desgraciado. Entonces se agachó hasta quedar su mirada a la altura del cañón de un revólver del .44

BANG

Sus sesos volaron desparramados antes de que el cuerpo llegase a tocar el suelo. El vehículo en el que se encontraban los compañeros del caído aceleró rápidamente y empezó a alejarse de la escena. Ya no había lugar para el disimulo, eran cazador y presa y debían ponerse en marcha cuanto antes.

–¡Dale rápido! ¡Que se alejan! –gritó Luca totalmente nervioso, no quería formar parte de los desgraciados que habían fracasado en sus intentos de acabar con Carlo Marchetti.

–¡Cállate y dispárales!– gritó su compañero Salvatore en el mismo estado de nervios pisando a fondo.

Ambos vehículos se encontraban separados una treintena de metros y a esa distancia, aunque se podría acertar algún disparo, la cosa estaba complicada con los vaivenes de los vehículos...