Item Descripción Valor

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Te encuentras de nuevo en el salón principal de la mansión, una impresionante estancia de dos alturas, en forma de óvalo alargado sin líneas rectas. Tres grandes lámparas modernistas cuelgan del alto techo decorado con mosaico. En la parte más alejada puedes ver una gran puerta doble de madera y vidrio coloreado que parece dar a una amplia terraza exterior.


La fiesta se halla en su momento álgido y la totalidad del salón principal bulle de actividad. Grupos de invitados empiezan a colarse por todos los rincones del gran salón, charlando animadamente, bebiendo y riendo. Los sirvientes caribeños se afanan por mantener las mesas y a los invitados bien atendidos, varios de ellos entran y salen del exterior cruzando las amplias puertas de madera.


Compruebas la hora, son las 9 y 11 de la noche y parece que el señor Rovira no tiene planeado hacer acto de presencia por el momento. Decides que no tiene sentido especular a ciegas sobre cuáles pueden ser las intenciones de vuestro anfitrión, por lo que vuelves a centrarte en tus posibles objetivos con la esperanza de averiguar algo más sobre los motivos de esta fiesta.


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- Buenas noches, señor inspector.- Aún no has acabado de examinar el amplio abanico de invitados diseminados por la terraza cuando te ves sorprendido por una suave voz femenina. Giras inmediatamente sobre ti mismo para encontrarte frente a una atractiva joven con un llamativo vestido, largo y entallado, de color rosa pálido. El sofisticado recogido de su pelo está adornado con un tocado de flores a juego con los bordados de la falda.


- Disculpe mi atrevimiento, pero creo haberle reconocido por las fotos en los periódicos.- La mujer te observa con ojos vivaces y confiados, como si le divirtiera tu expresión de sorpresa ante su interrupción.- Es usted el famoso inspector Espasa, ¿verdad? Oh qué emocionante, mis amigas se morirán de envidia cuando se lo cuente. Mi nombre es Inés Valverde, y ninguna fiesta en esta ciudad está completa sin mi asistencia.


La joven te tiende la mano en un gracioso gesto mientras continúa parloteando atropelladamente sin apenas darte a tiempo a intervenir. Realmente parece encontrarse en su elemento, así que quizá merezca la pena dedicarle unos minutos.